«La primera vez que fui a Toledo algo se me grabó al rojo en las retinas: zigzagueando por la ciudad vieja y a considerable velocidad, nos rebasó [nos peinó, diría] un Ferrari testarossa. Quién esperaba eso! Rugía con el motor de la paradoja, de lo inopinado. De lo desopilante. Un tigre rojo desgarrando … Sigue leyendo